Al llegar a tierras estadounidenses, el papa Francisco arriba a una de las naciones con mayor población católica en el mundo, y que además juega un papel crucial en el funcionamiento financiero de la Iglesia.
Los católicos en Estados Unidos suman más de 70 millones, un número solo superado por los de Brasil, México y Filipinas.
Y el músculo financiero de la Iglesia está fortalecido, en parte importante, por las pequeñas contribuciones personales de esos millones de creyentes.
La familia católica promedio en Estados Unidos dona unos US$10 a la semana, muchas veces en la recolección de limosna los domingos en cada una de las 17.958 parroquias de la Iglesia en el país.
Eso, según un informe publicado por el Centro para la Investigación Aplicada el Apostolado (CARA, por sus siglas en inglés), centro de investigación afiliado a la Universidad de Georgetown.
Las parroquias estadounidenses recogen por esta vía cerca de US$8.500 millones anuales en donaciones de los fieles, un aumento del 23% frente a lo que ocurría una década antes, asegura el mismo reporte.
Y los ingresos de la Iglesia estadounidense “juegan un papel importante en los de la iglesia global”, le dice a BBC Mundo Jack Ruhl, profesor de la Universidad Western Michigan quien ha estudiado de cerca las finanzas de las diócesis catolicas del país.
La relevancia financiera de esa nación en el contexto global de la Iglesia es subrayada por la publicación británica The Economist, que en 2012 estimaba, a partir de una investigación propia, que la Iglesia católica estadounidense daba cuenta del 60% de la riqueza de la institución en todo el mundo.
En parroquia
Es importante aclarar, sin embargo, que la gran mayoría del dinero recogido de los fieles por las parroquias estadounidenses no va al Vaticano en Roma, sino que se queda en las mismas parroquias, que en la Iglesia tienen gran autonomía administrativa.
“Con cerca de 3.000 diócesis distribuidas en todos los continentes, el principio de subsidiariedad, es decir, el manejo local de las finanzas de las diócesis y ordenes religiosas, es la única opción”, advertía en diciembre pasado el cardenal George Pell, el religioso que está al frente de la recientemente creada Secretaría de Economia del Vaticano, en declaraciones a la publicación británica Catholic Herald.
“Las instituciones de la Iglesia son increíblemente descentralizadas, operan como entidades individuales bajo la sombrilla pastoral de la Iglesia. El Papa no es un ejecutivo sentado en el Vaticano con un gran mapa diciendo: construyan una parroquia aquí, un hospital allá y cierren esta escuela por allá”, asegura por su parte en su blog uno de los investigadores del CARA de la Universidad de Georgetown, Mark Gray.
Y en esta autonomía administrativa, tampoco hay sistemas financieros centralizados.
Lo que hace difícil evaluar cuánto es exactamente el dinero que se mueve en la Iglesia católica estadounidense, y qué tanto llega al Vaticano.
“Una Iglesia, una Misión”
Los estimativos, sin embargo, dan cuenta de la importancia de estos fieles en el conjunto de seguidores del catolicismo en el mundo.
CARA estima que la mayoría de las parroquias estadounidenses apenas cubren sus gastos locales con sus ingresos.
Por lo que más del 90% de esta cifra se queda en la comunidad.
Pero, como sostenía un artículo publicado en 2014 en la revista estadounidense Salon, si solo el 10% de esos recursos parroquiales fuera destinado a la administración central de la Iglesia, eso representaría la nada despreciable suma de US$800 millones anuales para financiar al catolicismo en el resto del país y del mundo.
Un documento disponible en el sitio web de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos titulado One Church, One Mission (Una Iglesia, una misión) indica que en 2011 adelantaban colectas nacionales para ayudar a las labores de la Iglesia en América Latina, en Europa Central y Oriental y en África, entre otras.
Retos internos
Más allá de lo que recogen las parroquias, el dinero que llega directamente al Vaticano por instituciones caritativas también viene en parte importante de fuentes estadounidenses.
Esta es la conclusión que saca la revista estadounidense Forbes, que estimó que cerca de un tercio de las donaciones caritativas a la Santa Sede procedían de Estados Unidos, sumando cerca de US$70 millones anuales en 2011.
A lo que dirán algunos que la caridad debería comenzar en casa.
Pues la Iglesia católica en Estados Unidos enfrenta múltiples retos financieros que incluyen pagos sustanciales a víctimas en el sonado escándalo de abusos sexuales y los elevados costos pensionales del clero.
Por lo que no resulta del todo aventurado suponer que en el futuro las finanzas de las instituciones católicas en esa nación podrían tener más problemas para financiar programas de la Iglesia en el resto del mundo.
Pero el aumento de la población católica en la mayor economía del mundo hace pensar que en términos financieros, los bolsillos de los estadounidenses jugarán un papel muy importante en las actividades globales de su Iglesia.
Fuente: BBC Mundo
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