Funeraria de Quinta Normal sería fachada para ilícito negocio en la que dejaba tiesos a angustiados ‘deudos’ con caspa del diablo.
La dueña de los narcófagos pataleó que era adicta, pero los polis la pillaron con varios kilos y vendiendo en plena calle a los angustiados. Y como si fuera poco Se requisaron 5 mil dosis de cocaína avaluada en 50 millones de pesos.
Angustiados, pero no por la pena causada por la muerte de un familiar, llegaban los clientes hasta una funeraria en Quinta Normal, los que quedaban como pijama de palo después de comprarle mandanga a los encargados del local.
El negocio pasó a mejor vida la oscura noche del miércoles, cuando los verdes del OS-7 le hicieron un control de identidad a un volaíto del sector, que al ser revisado dejó al descubierto unos monos nevados con caspa del diablo. Este no demoró nada en irse de lengua y apuntó a una rucia que recién le había vendido la cochiná.
Los polis emprendieron el tranco en busca de la eva, y al llegar hasta una fábrica de urnas ubicada en la calle Nueva Extremadura, la pillaron chanchita vendiendo sus sucios productos.
“La mujer identificada como Carolina Care Kendall (29), es sorprendida vendiendo droga y al ver la presencia policial arroja unas bolsas al interior del taller de ataúdes. Ella señala que un tercero, al interior de la fábrica le proveía de la sustancia ilícita, y que fue individualizado como Carlos Ortega Vargas (54) quien mantenía 62 bolsas de nylon dosificadas con cocaína”, le tiró tierra a los traficas la capitán Mónica Herrera del OS-7.
Sepultureros
Pero la historia no murió ahí, ya que Ortega apuntó a un tercer sujeto, el que le pasaba la mandanga a manos llenas. Se trataba del ciudadano peruano José Antonio Vargas (29), el cual además se encuentra de manera ilegal en el país, y que fondeaba la merca en los féretros y escondites del lugar.
“Gracias a la acción de Omar, el can antidrogas, se lograron detectar 2 kilos 546 gramos de clorhidrato de cocaína, avaluados en más de $50 millones, además de $1.314.000 en dinero en efectivo y dólares”, agregó Herrera.
Al control de detención los tres “sepultureros” se tiraron la pelota unos a otros, haciéndose pasar por consumidores y no por traficantes, pero el juez no les compró su cuento ya que además les pillaron pesas y elementos para dosificar la mugre blanca, por lo que los mandó derechito a la jaula durante los 3 meses que dure la investigación por ser considerados un peligro para la sociedad y para el ilegal rubro de los “narcófagos”.
Fuente: La Cuarta
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