La revolución de la chaucha, cuando chile despertó en 1949

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La revolución de la chaucha o revuelta de la chaucha fue una manifestación realizada los días 16 y 17 de agosto de 1949, en Santiago de Chile, con motivo del alza del valor del transporte colectivo en 20 centavos de peso.

La Revolución de la Chaucha: Cuando la Clase Trabajadora no se dejaba pisotear y se unió para protestar contra el alza del transporte

En 1949, el periodo de los gobiernos radicales, iniciado en 1938 con la victoria del Frente Popular, estaba entrando en franca decadencia. En 1946 llegó al poder Gabriel González Videla, quien contaba con apoyo del Partido Comunista y cuyo jefe de campaña era el poeta Pablo Neruda. Sin embargo, producto de la Guerra Fría que comenzaba, González Videla cortó la alianza con los comunistas a mediados de 1947, y más tarde, en 1948, promulgó la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, llamada coloquialmente «Ley maldita», que proscribirá al Partido Comunista y perseguirá al propio Neruda.

Tras la salida de los comunistas del gobierno, el presidente González Videla no logró mantener suficiente respaldo político para constituir gabinetes estables. En agosto de 1947 se vio obligado a organizar un «gabinete de administración», que incluyó a militares y políticos independientes, como Jorge Alessandri, quien asumió como ministro de Hacienda.    

Una de las principales tareas del ministro Alessandri era detener la inflación, para lo que aplicó medidas de estabilización de los sueldos y salarios, aunque no levantó la fijación de precios de artículos de primera necesidad. Finalmente logró detener la inflación, pero al costo de ganarse la enemistad de varios gremios que comenzaron una ola de paros.

El 12 de agosto de 1949 el gobierno decidió aumentar el precio del pasaje de la locomoción colectiva en $0,2 pesos o 20 centavos («una chaucha»), pasando de $1,4 a $1,6.

La protesta incluyó a estudiantes y trabajadores –obreros, empleados y dueñas de casa–, quienes exigían la rebaja del precio del transporte a $1, mediante la consigna «Micros a un peso».

El escritor francés Albert Camus, quien se encontraba de paso por Santiago, relató:  Al no tener alcances políticos de mayor envergadura que una demanda puntual, la revuelta se disolvió tras dos días de protesta.

 

 

 

 

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