Hasta la primera mitad del siglo XX, la Tuberculosis fue una enfermedad altamente prevalerte y no existían antimicrobianos específicos. La medicina sólo podía anticipar en el diagnóstico de Tuberculosis pulmonar y extra-pulmonar, casi siempre tardía, ofrecer métodos generalmente quirúrgicos de resección y a veces deformantes como la toracoplastía. Adicionalmente a los pacientes se les ofrecía una mejor alimentación y aire puro. Como también se requería apartar al enfermo de su grupo familiar para evitar casos secundarios, la solución fue ofrecer estadías prolongadas en sanatorios que se construían en zonas apartadas de las ciudades, especialmente en las montañas.
En sus inicios, el Hospital Félix Bulnes se llamaba “Centro de Reposo Lo Franco” “Sanatorio Lo Franco”, que fue construido en 1939 por la ex Caja de Seguro Obrero Obligatorio. En 1944 comienza a funcionar con 240 camas que eran atendidas sólo por tres médicos tisiólogos. Su primer director fue el Dr. Félix Bulnes Cerda, quien enfermó de tuberculosis. Tuvo que viajar a Suiza para recibir tratamiento lo que permitió prolongar su vida hasta el año 1952, fecha de su fallecimiento.
Con la llegada de los antibióticos en la década de los años 50, se logró reducir la morbimortalidad por Tuberculosis bajando en forma muy importante la prevalencia de esta enfermedad. Los sanatorios vieron desocupadas sus camas y se pudo destinarlas a otros problemas sanitarios urgentes como era la alta mortalidad materno infantil asociada al parto y abortos provocados.
De esta manera, el sanatorio pasa a ser Hospital General en 1958 con las 4 especialidades básicas: Medicina, Cirugía, Pediatría y Obstetricia.
La Maternidad fue el servicio más grande porque hasta antes de 1963 en que aparecían los anticonceptivos orales, el aborto provocado era el método más usado para controlar el tamaño de la familia, llegando a hospitalizar a 2 mujeres por cama. Así entonces la planta física del sanatorio comenzó a ser insuficiente para los requerimientos de la población del sector.