En el corazón de la comuna de Quinta Normal, la imponente Basílica de Lourdes se alza como un testimonio de fe y arte desde su consagración el 25 de marzo de 1958, coincidiendo con el centenario de las Apariciones en Lourdes, Francia. Esta majestuosa construcción, de estilo gótico-bizantino, fue impulsada por el Padre Zenobio Goffart, quien comenzó su edificación en 1929. Desde entonces, ha sido un punto de encuentro para miles de fieles y un hito arquitectónico de la Región Metropolitana.
Con una altura de 70 metros hasta su cruz, la Basílica se destaca por su cúpula y sus esbeltas naves en forma de cruz latina, además de sus arcos en ojiva y columnas decoradas con finos capiteles. El interior deslumbra con vitrales franceses que llenan el espacio de color y luz, complementando el ambiente sagrado.
Una de las joyas más valiosas de esta Basílica es la serie de esculturas realizadas por la destacada artista chilena Lily Garafulic. Sus 16 profetas rodean la cúpula, ofreciendo una imagen solemne y atemporal. Además, Garafulic diseñó los mosaicos del baptisterio y el púlpito de piedra, decorado con figuras simbólicas de los Cuatro Evangelistas.
El retablo del Altar Mayor, fabricado en mármol blanco de Carrara y donado por los padres de Monseñor Campillo, es otro punto de admiración. Sobre él, la Imagen de la Virgen de Lourdes, coronada en 1910 por Monseñor Sibilia, sigue siendo centro de devoción. El conjunto, adornado con mosaicos dorados y ángeles esculpidos, crea un espacio que invita a la contemplación.
A lo largo de los años, la Basílica ha sufrido restauraciones debido a los daños causados por los terremotos de 1985 y 2010. Pese a estas intervenciones, el templo mantiene su esplendor original, destacando por sus vitrales de Gabriel Loire, confeccionados en Chartres, Francia. Estos vitrales no solo son una expresión artística, sino también una verdadera catequesis visual que ilustra episodios de la vida de Jesús y las advocaciones de la Virgen María.
La Basílica de Lourdes no es solo un lugar de culto, sino también un símbolo cultural e histórico para los vecinos de Quinta Normal y para todos quienes la visitan. Su presencia continúa enriqueciendo el patrimonio de la comuna, siendo un espacio de fe, arte y comunidad que perdura a través del tiempo.