Desde hace 8 meses convivo con un gato de nombre Bambino, así que miré los consejos que dio una doctora para tener una mascota feliz. Y como casi todas sus recomendaciones iban dirigidas a los perros, quedé con muchas dudas. ¿Alguien sabe cómo cuidar bien a un gato?
“Si su mascota rompe objetos de la casa y se comporta rebelde, quizás es tiempo de preguntarse qué está haciendo mal como amo en el proceso de crianza y cuidado del animal”, dice el comunicado con los consejos de la veterinaria Sylvia Arrau. Ok, Bambino no ha roto nada de momento, pero que es rebelde, lo es; nunca en su vida me ha hecho caso, pero tal vez es por eso que dicen que los gatos no ven a los humanos como “amos”, sino que como esclavos que les dan comida y les hacen cariño hasta el ronroneo máximo.
“Muchas veces, los problemas derivan de una falta de sociabilización cuando ellos son pequeños, demasiada permisividad, sobreprotección, o incluso maltrato o agresividad innecesaria hacia las mascotas”, señaló Arrau, sintiéndome culpable solo del tema de la permisividad –es que doctora, soy su esclava- y en la sobreprotección –no le caen bien otros gatos, según yo, así que cuando se pone nervioso por alguno que ha visto lo tomo en brazos y me lo llevo, en vez de dejar que haga “amigos”.
El camino hacia una relación humano/animal feliz
Los errores principales explicados por la veterinaria fueron los siguientes:
-No educarlos desde cachorros: “Si no se los educa de pequeños, puede pasar de ser un gran amigo del hombre, al causante de serios disgustos familiares”, señaló Arrau, y mis sospechas son que esto va más dirigido a los perros, porque a Bambino le enseñé desde su primer día en la casa que sus cosas las hacía únicamente en su caja de arena y así ha cumplido sagradamente. Mi gato es educado, caramba.
-Darles demasiados premios: “Toda gratificación debe ser en cierta medida. El premio no necesariamente debe ser siempre alimento, sino que también puede ser salir a dar una buena caminata, lo que para la mayoría de los perros es un gran incentivo”. Nuevamente, su consejo va para los perros.
A Bambino le tengo unos snacks que se supone que son de “premio” y el muy descarado, abrió la semana pasada la puerta donde los guardo y se los comió todos. El resultado fue una “sorpresa” de premios a semi digerir que dejó junto a una bola de pelos en mi alfombra –perdón si a alguien le produce rechazo esto, pero imagínense lo que fue encontrar la gracia instalada en mi tapiz de lana ¡blanca!-. Lección:Guardar bajo llave los premios comestibles.
-Usar la comida como un premio: Aquí estoy fallando parece. “El premio no siempre debe ser comida”, dijo la veterinaria. Y cuando sí lo es, ésta “no debe ser tan diferente a la habitual (galletas o alimentos específicos), nunca comida de casa”. ¡No! Le llego a dar comida de casa y ya veo la gracia que aparecerá en la alfombra.
-Castigarlos frecuentemente: “El castigo debe hacerse en el momento en que el perro está cometiendo la falta. Por ejemplo, cuando está orinando en un lugar que no se debe”, dijo, nuevamente hablando de canes y no de felinos. “El castigo después del acto no sirve, ya que el animal no entenderá porqué lo castigan. Si se decide castigar, debe ser un correctivo, es decir, modificar el tono de voz o gesticular. Nunca violencia física”.
Nunca he castigado a Bambino. Al contrario, él me castiga a mí con su fría indiferencia felina cuando a veces me ausento muchas horas de mi casa. Pero al rato llega, haciéndose el que me perdona, y se pone de espalda para que le haga cariño en la guatita. Es un gato ronronero (acá iría un emoji de corazón).
-No socializar a la mascota: “Este es un grave error. Mantener a la mascota encerrada sin contacto social es una equivocación, sobre todo en las primeras etapas de aprendizaje. La mascota debe acostumbrarse a las personas y a las visitas, ya que es parte de su proceso de sociabilización”.
Mi gato sociabiliza con mis amigos desde que vivimos juntos. Llega, se pasea; si le cae alguien bien se acuesta en sus piernas y si no, chao, se va a mi pieza y se hace el gato rock star, no haciéndole caso a nadie.
-Nunca decirle “no”: “Los malos comportamientos se corrigen en el momento, no se deben dejar pasar. Se debe corregir con energía, nunca con violencia, episodios como mordedura de objetos, micción o defecación inapropiada”, dijo Arrau.
¡Dios me salve de una “micción o defecación inapropiada”! Y en cuanto a “mordedura de objetos”, ¿valdrán mis manos?
En internet, algunos dicen que a los gatos se les puede corregir con un poco de agua, pero las opiniones están sumamente divididas, porque varios consideran que esa es una práctica algo cruel, tomando en cuenta el rechazo clásico que los felinos tienen con el agua.
En mi caso, con Bambino he optado por tener juguetes de gato siempre cerca –prácticamente por todos lados-, de manera que si le baja la locura minina conmigo, le muestro su juguete para que descargue su energía con él y no con mi ya bastante herida piel.
-No incentivar juegos violentos con el animal: “Evitar medir fuerzas o la violencia de un ataque; no fomentar los mordiscos, golpearlo o empujarlo para desencadenar rabia o que haga que se sienta amenazado o atemorizado”, dijo la veterinaria.
A continuación, sus consejos nuevamente iban para los canes: “Los juegos de tracción de un objeto o cuerda pueden estimular el comportamiento agresivo en el perro. Es preferible compartir actividades más distendidas y sanas, como tirar del disco o pelota, salir a trotar con él, enseñarle trucos a traer y llevar, entre otras”, explicó. ¿Y con los gatos? El único truco que hace Bambino es saltar muy alto hasta colgarse con las garras de mis cortinas. ¡Ah! Y abrir la puerta del mueble donde guardaba sus “premios”.
¿Una mala ama? Duerme conmigo y sí, lo he disfrazado
-Acostumbrarlo a dormir en la cama del dueño: “Es una mala práctica, ya que va en contra del aprendizaje de la mascota sobre la jerarquía. Esto es un error, sobre todo en los animales más dominantes o agresivos”.
Después de dos suaves y cómodas camas para gato que compré –y que yacen guardadas en la bodega- me di por vencida. Mi gato duerme conmigo, quiera yo o no. A eso de las 5 am me despierto algo incómoda porque “alguien” me está mirando con hambre. Le doy comida, y cierro la puerta de mi pieza. Luego, a las 7 am, suena mi despertador y no importa que yo piense en quedarme 5 minutos más, porque ahí está ese ser peludo rasguñando la puerta y maullando, como una versión gatuna de mi madre cuando tenía que levantarme para ir al colegio. Hasta lo escucho decir entre sus maullidos: “Ah, ¿no te gustó salir con tus amigas anoche?”.
-Atribuirle características humanas (o pensar que la mascota es un hijo): “Humanizarlo deforma su carácter. Vestirlo con mucha ropa, pintar sus uñas o teñir su pelo es negativo, ya que refuerza un comportamiento errado y es un atentado a la mascota”, dijo Arrau.
Sé que mis amigos deben estar -mandíbula batiente- riéndose de solo imaginar que yo considero a Bambino mi hijo. Pues no, señores. Ahora bien, ¿aguantarme no ponerle una polerita coqueta de mascota para tomarle fotos para el Instagram? Sí, soy culpable.
De teñirle el pelo o pintarle las uñas, jamás en la vida lo haría. ¿Saben el arañazo que me podría llegar?
-Dejar a la mascota mucho tiempo sola: “Es negativo, ya que puede generar conductas impropias. Si necesita dejarla sola por asuntos de trabajo, debe hacer el cambio de manera paulatina hasta que se acostumbre a estar sola de manera tranquila durante unas horas al día”.
Como es primera vez que vivo sola con una mascota, nunca había tenido que relacionarme tan estrechamente con una. Me refiero a que ellas tienen su personalidad, ya sea más juguetona en los perros o más independiente en los gatos-, y creo que respetando eso se tiene una base para que sean felices. Al final de cuentas, todas las mascotas necesitan lo mismo, mucho amor y preocupación por sus necesidades, que no solo son de comida, agua e higiene, sino que también de recreación y mucho cariño. No son juguetes ni adornos para la casa. Son compañeros que te sacan risas y cuando una está triste, saben acercarse con sus patas peludas y acompañarte, como ya dije, en las buenas y en las malas.
A todo esto, ¿alguien me podría dar buenos consejos para tener un gato feliz?