Fútbol callejero para la transformación social

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Nacida en La Victoria, la potente iniciativa cruza el fútbol callejero y la educación popular, rescatando el legado de Paulo Freire para entender a la actividad como una herramienta de transformación social. “Creemos que el fútbol debe estar enfocado en mejorar nuestras condiciones y las de la comunidad. Si el fútbol no aporta en ese sentido, no es un fútbol transformador”, dice uno de sus fundadores.

Para muchos en los sectores marginados de nuestro país el fútbol es más que un juego, es visto como una oportunidad. Una posibilidad de dejar la pobreza y el riesgo permanente que genera la falta de otras oportunidades. El problema es que muchas veces eso no pasa de ser un anhelo, hasta un sueño. Llegar a un equipo de los “grandes” y ganar dinero para poder vivir mejor es privilegio de pocos.

Sin embargo, otra alternativa es entender a la pichanga, al fútbol callejero, como una herramienta de verdadera transformación social. Es lo que hace PACGOL, un colectivo de alrededor de 8 personas que ha combinado su gusto por el fútbol con el trabajo que hace unos 15 años vienen realizando con organizaciones sociales. “Siempre con un afán educativo, hemos hecho murales, también colonias urbanas, pero queríamos profundizar el trabajo con niños y queríamos que fuera un poco más amplio en términos de cantidad de participación”, dice Sebastián Russ, uno de los fundadores de la organización.

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Basándose en la experiencia que absorbieron del proyecto CHIGOL, comenzaron su trabajo en La Victoria y hoy están insertos en cinco poblaciones de la comuna de Pedro Aguirre Cerda, beneficiando a alrededor de 120 niños y jóvenes.

El arco acá es la transformación social y la jugada para llegar a él es entre el fútbol callejero y la educación popular. Actividades que miradas con los ojos del fútbol tradicional podrían parecer más bien lejanas, pero que PACGOL ha sabido conectar trayendo al juego a un crack: al experto brasileño en temas de educación, Paulo Freire, uno de los más influyentes teóricos de la educación del siglo XX.

“Nuestra carta de principios del fútbol callejero está enfocada en los valores y en los derechos humanos, por lo tanto el fútbol tradicional, el de la ANFP, se contrapone a los valores que nosotros planteamos, y de eso los chiquillos se dan cuenta. Por ejemplo, cuando se enfrentan a equipos que son competitivos pero de mala manera, antivalóricos y que intentan ganar bajo cualquier circunstancia, y que no tienen los valores que nosotros promovemos, como la integración, o que cuando alguien se caiga se le ayude a parar, el tema del género, el respeto a la mujer”, explica Russ.

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Fútbol transformador

“Este es un fútbol para la transformación social, porque lo entendemos desde la perspectiva de Paulo Freire, quien plantea que la verdadera educación liberadora es la que transforma a la comunidad. Entonces bajo esa concepción nosotros creemos que el fútbol debe estar enfocado en mejorar nuestras condiciones y las de la comunidad. Si el fútbol no aporta en ese sentido, no es un fútbol transformador”, sentencia Sebastián.

De ahí la apuesta por una educación popular. Aquella, dice Russ, “que se concentra -más que en los resultados- en los procesos de las personas, que dialoga, que genera comunicación entre los protagonistas; no como la educación de los colegios, que es vertical, donde se depositan conocimientos en las personas para generar entes con capacidades productivas, enfocados en el mercado”. PACGOL, agrega, está enfocado “en mejorar los espacios de la comunidad, nuestras condiciones de vida, nuestra realidad”.

En el fútbol callejero de PACGOL no hay árbitro, existe la figura del mediador. Juegan niños y niñas, hombres y mujeres en el mismo equipo. Ellos mismos colocan las reglas y luego se evalúan en el tercer tiempo. “Hay mucha dinámica de por medio. El juego como herramienta de conocimiento, de comunicación, porque los chiquillos no vienen con una formación de comunicar ni de dar opiniones, porque el colegio eso es un poco lo que genera, que los muchachos no den opiniones, que no sean críticos”, explica Russ.

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El vivo es el que piensa… no el más violento

Los participantes de los talleres de fútbol callejero que se imparten prácticamente todos los días en distintas poblaciones tienen entre 9 y 16 años. Además, los días sábados juegan fútbol tradicional en la liga de la comuna de Pedro Aguirre Cerda, donde PACGOL es uno de los 12 equipos que participan, con presencia en las series sub 11, sub 13 y sub 15.

Paralelo a ello están los talleres de Monitores y Liderazgo, con muchachos de entre 16 y 20 años, donde se forma a los líderes de cada población. Estos últimos son los encargados de aterrizar el legado de Víctor Jara y de los sacerdotes André Jarlan y Pierre Dubois, quienes dan nombre a los encuentros de fútbol callejero organizados por el colectivo. Además de estas actividades, está el aniversario de la Población La Victoria, otro encuentro de carácter intercomunal y la participación en uno de carácter latinoamericano, que este año tuvo sede en Argentina.

“Hay muchos chicos que están en riesgo social, con familias desconstituidas, algunos han abandonado los colegios”, explica Russ, quien agrega: “Pero son chicos bastante inteligentes que no han tenido la posibilidad de tener otra visión de la vida para cambiar. Muchos que tienen capacidades se pierden porque no existen posibilidades de surgir”, reflexiona, recordando que muchos de ellos les dicen que gracias a PACGOL han conocido otras cosas que ni siquiera imaginaban, o que si no hubiesen llegado a PACGOL estarían delinquiendo. “Son los mismos chicos los que ahora dicen el vivo es el que piensa… Ya no dicen que el vivo es el más violento”, releva Sebastián.

Hace poco los llevaron a conocer la universidad, al Pedagógico. “Para que tuvieran la noción de que ellos también tienen que llegar a la universidad, de que pueden hacerlo. Si bien son espacios que a veces se ven como lejanos, también son espacios hacia donde tenemos que apuntar para motivarlos”, explica. “Nosotros creemos que PACGOL sí ha logrado incidir en bastantes niños y jóvenes”, asegura, criticando el hecho de que a veces se invierten millones y millones en programas que terminan siendo desechables.

PACGOL se financia a través de autogestión -en base a actividades como rifas y completadas- y con el apoyo internacional en que se traduce ser parte del Movimiento de Fútbol Callejero. Esos fondos se transforman luego en becas para algunos de los integrantes de los talleres de Monitores y Liderazgo. “Tenemos varios chiquillos que se han formado en PACGOL, han estudiado y luego ellos mismos son los encargados de los talleres de fútbol callejero”. La idea es becarlos para que puedan estudiar una carrera de carácter técnica a cambio de que lo retribuyan a la organización haciendo talleres de fútbol callejero.

“Uno tiene que transformar la realidad”

Jorge Saavedra es uno de los muchachos que ha crecido junto a PACGOL. Con 14 años llegó a jugar fútbol callejero cuando el proyecto PACGOL recién empezaba en La Victoria. Comenzó a adquirir cada vez más compromisos con la organización y en esa población quedó a cargo de jóvenes de su misma edad. Luego de eso vinieron las de Nueva Independencia y San Joaquín, su primera experiencia en un territorio con más niños. Con 15 años tenía a cargo a alrededor de 40.

“Cambió mi forma de ver la vida, de entender las problemáticas sociales, porque uno cuando es más joven muchas veces deja de lado las cosas sociales; uno piensa que PACGOL es un proyecto por un rato, para ver a los niños felices por un momento más que nada, pero con la experiencia y los años va entendiendo que es una labor que uno puede cumplir, de que uno tiene que transformar la realidad, entonces uno lo va viendo con más compromiso, con más militancia con la organización y hacia la misma comunidad”, dice Saavedra.

Por Daniel Labbé Yáñez / Fotos: Gentileza PACGOL

Fuente: El Ciudadano

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