En 1894, ya se contemplaba la posibilidad de construir una estación de trenes en los terrenos cercanos al río Mapocho, frente a la calle Puente. Esta estación, conocida inicialmente como Estación del Mercado y más tarde como Estación Mapocho, surgió en un área que servía como paradero de carretas. El inicio de las obras de construcción en 1905, junto con la Estación Yungay, estableció una conexión ferroviaria por la Avenida Matucana desde la antigua Estación Central.
La cercanía del ferrocarril fue determinante para el desarrollo del barrio, que rápidamente se convirtió en una zona industrial. En 1915, se creó la comuna de Yungay, que posteriormente adoptaría el nombre de Quinta Normal, con don Santiago Herrera como su primer alcalde. A fines del siglo XIX, la comuna ya albergaba numerosas fábricas y talleres, entre los que destacaban industrias químicas, como una planta de ácido sulfúrico fundada por capitales franceses. Con el tiempo, se sumaron otras, como la Fábrica Chilena de Productos Químicos, establecida en 1920, que producía sustancias altamente contaminantes.
No todas las industrias del área eran peligrosas. La fábrica de vidrios “La Yungay”, fundada en 1922, producía desde botellas hasta elegantes copas de cristal, y llegó a emplear a 500 operarios en 1930. También se destacaba la fábrica de sombreros Cintolesi, famosa en Latinoamérica, cuyos dueños participaron en la construcción del ferrocarril Santiago Oeste.
A pesar del auge industrial, el desarrollo trajo consecuencias negativas para la naciente comuna. El sector era considerado triste y abandonado, en palabras de uno de los fundadores del Santuario Nuestra Señora de Lourdes, quien describió el santuario como “una joya en medio de un barrio horrible”.
La vida en Quinta Normal: Historia y recuerdos de sus habitantes
La comuna también se forjó a través de sus vivencias barriales. Desde las casas autoconstruidas de la Población Simón Bolívar, levantadas en 1948 por el Servicio de Seguro Obrero, hasta los juegos infantiles como la rayuela, el trompo y el volantín, los habitantes de Quinta Normal han dejado huellas imborrables. Las escuelas, como la Escuela de Hombres N°8 y el Liceo de Hombres N°9, fueron pilares de la educación en la comuna, mientras que los cines, teatros y quintas de recreo ofrecían entretenimiento a toda la comunidad.
Las canchas de fútbol, como el Estadio Zambrano y el Polígono, también formaron parte esencial del deporte quintanormalino, y la cancha de básquetbol Marambio acogía torneos internacionales durante el verano, consolidando el espíritu deportivo de la comuna.
Quinta Normal, con su rica historia industrial y social, sigue siendo un reflejo de los cambios y desafíos que ha enfrentado a lo largo de los años, manteniendo vivas las memorias de sus habitantes y su lucha por un futuro mejor.
Ver también